El día que llames a la puerta
dejaré entre
ello
que se irá tomado de mi mano
penetrante
No veré al suelo
las huellas dispersas
no habrá murmuros de adioses
Dejaré colgado los labios en la ventana
junto a los gemidos de orgasmos fingidos
de la vulba objeto de placer entumecida
vestida de caricias
eco perturbador de fría entraña
Colgaré en las paredes
retazos de piel que sabían a piel
gajos de besos sinsabores esparcidos en el techo
el cigarro encendido en la mesa de noche
el perfume dibujando olas ahogando el aire
expresiones de cansancio dormitando en la esquina
Dejaré abierta la puerta así nadie despertará por el estruendo
mis pies serán uno con el piso
yo seré mi dios.
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